
Quedamos a un par de pasos de consagrar nuestra ilusión, pero errores propios y ajenos nos dejaron afuera.
No podemos hablar de manos vacías, porque se llenó otra página de gloria.
Ahora nuestros hijos bobos de la boca podrán hablar sin miedo.
Pero no se confíen, San Lorenzo está vivo.
Como siempre. Como con cada victoria y como en cada derrota.
Somos San Lorenzo y estamos orgullosos de serlo.
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